ISSN 2806-5638
South American Research Journal, 5(1), 5-12
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Ensayo
Quimerismo y Estados-Nación: Un
ensayo sobre la condición genética
de los Estados contemporáneos
Quimerism and Nation-States: An essay
on the Genetic Condition of Contempo-
rary States
Antonio Lenín Argudo-Garzón
1,2
y María Virgi-
nia Cordero-Cordero
3
1
Kairós Consultoría Filosófica, Av. del Sarar, s/n, Cuenca,
Ecuador.
2
Instituto Superior Universitario San Isidro, Av. Solano y,
Av. Fray Vicente Solano, Cuenca, Ecuador.
3
Universidad Católica de Lovaina, Facultad de Cien-
cias de la Educación, Pl. de l'Université 1, 1348 Ottignies-
Louvain-la-Neuve, Bélgica.
Correspondencia:
alargudog@ucacue.edu.ec
maria.cordero@uclouvain.be
Recepción: 28 de abril de 2025 - Aceptación: 24 de mayo de
2025 Publicación: 6 de junio de 2025.
RESUMEN
En este ensayo filosófico crítico se propone
una explicacn de los conflictos identitarios
dentro de los Estados-Nacn y los programas na-
cionalistas emergentes desde lo que en este texto
se denomina “Quimerismo”. Mediante un análi-
sis de conceptual, se busca discutir las caracterís-
ticas de este enfoque, así como la posibilidad de
comprender a través de él la situación contempo-
nea de los Estados-Nación y los nacionalismos.
Los hallazgos muestran la necesidad de comenzar
un proceso de sanación cultural que evite la de-
gradacn de los Estados-Nación y la radicaliza-
ción de los nacionalismos.
Palabras clave: quimerismo, Estado-Na-
ción, identidad, diversidad, sanacn
ABSTRACT
This critical philosophical essay offers an in-
terpretation of identity conflicts within nation-
states and the rise of emerging nationalist agen-
das, through the conceptual lens of what is re-
ferred to here as "Chimerism." By engaging in a
conceptual analysis, the essay explores the key
features of this framework and its potential to
shed light on the current state of nation-states and
nationalism. The findings highlight the urgent
need to initiate a process of cultural healing to
prevent the deterioration of nation-states and the
growing radicalization of nationalist movements.
Keywords: quimerism, Nation-State, iden-
tity, diversity, healing
INTRODUCCIÓN
El capitalismo moderno se encuentra in-
merso en una crisis estructural persistente, una
suerte de patología crónica que no representa un
accidente del sistema, sino una manifestacn in-
herente a su lógica interna. Esta crisis, sin em-
bargo, no se limita al ámbito económico, sino que
se extiende a las formas político-institucionales
que lo sostienen. Entre ellas, el Estado-Nación,
estructura fundacional de la modernidad potica,
ocupa un lugar central. Aunque surgido en para-
lelo con el capitalismo, y moldeado por él, el Es-
tado-Nación ha experimentado diversas transfor-
maciones a lo largo del tiempo. Aun así, persisten
en su seno tensiones profundas que ponen en
cuestión su cohesión, legitimidad y funcionali-
dad.
Este ensayo filofico-crítico propone anali-
zar dichas tensiones a partir de una categoría
poco explorada en el ámbito potico: el quime-
rismo. El término proviene de la biología y la mi-
tología. En su sentido biológico, el quimerismo
describe una condición en la que un organismo
posee dos o más líneas celulares genéticamente
distintas, producto de la fusn de embriones di-
ferentes en una sola entidad (Quirós & Alpízar,
2009). Esta coexistencia de componentes genéti-
cos dispares en un único cuerpo puede derivar en
disonancias fisiogicas o psicológicas, especial-
mente cuando las partes no logran integrarse de
manera arnica. En la mitoloa griega, la qui-
mera es un monstruo brido, generalmente
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descrito como una mezcla de león, cabra y ser-
piente, cuya existencia desafía las categorías na-
turales. Ambos significados, el biomédico y el
simlico, comparten una característica central:
la composicn de partes heterogéneas dentro de
una misma unidad.
Trasladado al terreno potico, el quimerismo
se propone aquí como una herramienta concep-
tual para pensar el Estado-Nacn no como una
unidad homogénea y estable, sino como un
cuerpo compuesto por ltiples identidades, re-
latos y proyectos en tensn. Este quimerismo po-
tico no es patogico en sí mismo, pero puede
devenir en crisis cuando las partes que componen
el Estado (Etnias, lenguas, clases, culturas,ne-
ros, memorias) no logran articularse dentro de un
marco simbólico con. En otras palabras,
cuando el pluralismo interno no se gestiona polí-
ticamente, sino que se suprime, se ignora o se ad-
ministra desde la lógica de la homogeneización,
el resultado es un cuerpo estatal fracturado, inca-
paz de sostener un proyecto colectivo viable.
La metáfora del quimerismo potico se enri-
quece si se articula con la teoa organicista del
Estado, como la formulada por Norberto Bobbio
(1983), quien lo concibe como un organismo vi-
viente. Desde esta perspectiva, los conflictos
identitarios, las tensiones territoriales o las dispu-
tas por el reconocimiento pueden entenderse
como síntomas de una enfermedad que afecta al
cuerpo político. Los gobernantes, en este marco,
se convierten endicos del Estado: deben diag-
nosticar las fuentes del malestar colectivo y pro-
poner mecanismos de integración y sanación. Sin
embargo, esta curación no pasa por eliminar la
diferencia, sino por aprender a convivir con ella.
Este ensayo tiene como objetivo explorar
mo el concepto de quimerismo, aplicado como
categoría política, permite una comprensn crí-
tica de las fracturas internas del Estado-Nacn
contemporáneo y del auge de nuevos nacionalis-
mos. Se argumentará que estas fracturas no son
anomalías temporales, sino expresiones estructu-
rales de una condicn quirica que exige un
nuevo modo de concebir la unidad potica. Lejos
de apostar por la imposicn de homogeneidad,
se propondrá una alternativa: asumir la pluralidad
como principio constitutivo y avanzar hacia for-
mas de sanación cultural que reconozcan, articu-
len y sostengan la diferencia en el seno del cuerpo
estatal.
DESARROLLO
Quimerismo: La condición genética del Estado-
Nación
El quimerismo en el Estado-Nación se puede
identificar cuando diversas poblaciones étnicas,
culturales y religiosas coexisten dentro de un
mismo territorio, frecuentemente bajo condiciones
de opresión. Estas poblaciones son forzadas a en-
tregar su soberanía a cambio de protección y segu-
ridad, en un acto que generalmente involucra vio-
lencia o coerción (Deng, Kimaro, Lyons, Donald,
& Zartman, 1996). Este proceso de sumisión no ex-
tingue las identidades de las poblaciones oprimi-
das; por el contrario, sus identidades, códigos cul-
turales y "alteridades" continúan operando en para-
lelo dentro del cuerpo del Estado-Nación. A me-
dida que estas identidades interactúan, el Estado-
Nación experimenta una disonancia interna, sin-
tiéndose obligado a reconocer y gestionar la coexis-
tencia de identidades que no fueron concebidas ori-
ginalmente dentro de su estructura (Pérez Vejo,
2003).
El cuerpo del Estado-Nación, al ser comparado
con un organismo, empieza a experimentar una
"conciencia" distinta a la que poseía al principio.
Esta disonancia genera incomodidad que se mani-
fiesta en prácticas de represión y control, buscando
estabilizar una unidad nacional mediante la homo-
geneización forzada. El Estado, por tanto, enfrenta
un "trastorno identitario" que refleja un proceso de
quimerismo, donde las identidades no se fusionan
armónicamente, sino que coexisten de manera
tensa, de manera similar a como lo harían en un or-
ganismo quimérico, cuyas partes son disfunciona-
les o incompatibles. Como resultado, el Estado-Na-
ción, al intentar mantener una coherencia interna,
somete o borra aquellas identidades que no se ali-
nean con la visión hegemónica.
Este fenómeno puede ser comprendido mejor
siguiendo la analogía biológica, en la que el Es-
tado-Nación presenta una "sintomatología" pecu-
liar. Existe un "material genético" central (la iden-
tidad nacional dominante), pero este oculta y sub-
yuga a las identidades minoritarias, las cuales per-
manecen en el organismo estatal sin obtener el re-
conocimiento o la integración plena. El sociólogo
Tomás Pérez Vejo (2003) observa que los moder-
nos Estados-Nación, particularmente en América
Latina, surgieron como imposiciones violentas, en
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las cuales la colonización y la exclusión de identi-
dades preexistentes fueron factores determinantes.
En lugar de una integración consensuada y nego-
ciada entre las diferentes comunidades, se trató de
una imposición militar y política que trató de borrar
las identidades locales y homogenizar la población
bajo una sola identidad nacional. Estas imposicio-
nes dejaron las identidades locales "flotando" den-
tro del territorio, sin ningún acuerdo auténtico que
las reconociera, lo que obligó al Estado-Nación a
silenciar y marginar a las voces de los colectivos y
minorías durante cadas para mantener una es-
tructura identitaria homogénea.
La realidad del quimerismo dentro de los Esta-
dos-Nación se caracteriza por la existencia no de
una sola nacionalidad, sino de múltiples nacionali-
dades que coexisten de manera artificial, sin un
acuerdo genuino entre ellas. Algunos filósofos con-
temporáneos han desafiado la viabilidad misma de
los Estados-Nación, sugiriendo que el concepto
moderno de "Estado-Nación" está más relacionado
con una estructura de dominación que con una co-
munidad nacional coherente. Enrique Dussel
(1996) es uno de los filósofos que critica la idea de
que los Estados modernos puedan ser realmente Es-
tados-Nación. Para Dussel, muchos de estos Esta-
dos son, de hecho, Estados burgués uninacionales
que dominan a otras naciones y pueblos dentro de
sus fronteras. Esta estructura crea una división ra-
dical entre un bloque de poder dominante y un blo-
que de oprimidos, cuyas identidades y derechos son
sistemáticamente ignorados. La creación de una
"nacionalidad" común, en este contexto, se con-
vierte en un mito, reemplazado por una "ciudada-
nía" que solo sirve a los intereses del poder hege-
mónico, sin ser capaz de integrar verdaderamente
las diversas identidades.
El quimerismo del Estado-Nación también se
caracteriza por su propensión a la degeneración. A
medida que pasa el tiempo y las tensiones identita-
rias no se abordan adecuadamente, los conflictos se
profundizan, llevando al Estado a una espiral de
descomposición interna. Muchos de los mayores
conflictos en los Estados-Nación han surgido como
resultado de las transformaciones de la modernidad
capitalista. En los primeros tiempos, las voces de
las minorías eran silenciadas mediante resistencia
pasiva, y sus demandas apenas eran articuladas más
allá de movimientos sociales esporádicos. Sin em-
bargo, la expansión de la tecnología de la comuni-
cación y el auge de las plataformas sociales han
permitido que estas voces encuentren nuevos cana-
les para expresar sus demandas, dando lugar a una
mayor visibilidad y articulación de los movimien-
tos transnacionales. Así, los movimientos de resis-
tencia, que antes se encontraban en la periferia de
la política estatal, se han vuelto mucho más pode-
rosos y articulados, abriendo el debate sobre la le-
gitimidad y sostenibilidad de los Estados-Nación
modernos.
Ernesto Laclau (2005) ofrece una perspectiva
crítica sobre cómo se articulan estas demandas den-
tro del contexto de los Estados-Nación. Según
Laclau, los movimientos populares pueden cons-
truir identidades colectivas a partir de las demandas
de grupos históricamente marginados, transfor-
mando estas demandas en un movimiento político
más amplio. Esta articulación de demandas desafía
la idea de una identidad nacional única, poniendo
en evidencia las grietas que existen en la estructura
del Estado-Nación moderno. Ejemplos de este tipo
de articulación se encuentran en los referéndums de
Escocia y Cataluña, que desafían las narrativas his-
tóricas hegemónicas de Gran Bretaña y España,
respectivamente, y exigen el reconocimiento de las
identidades regionales y nacionales dentro de estos
Estados (Bone, 2021; Rullan & Vives-Miró, 2020).
Estos casos muestran cómo las "invenciones" del
Estado-Nación ya no son suficientes para cubrir las
realidades disonantes y los conflictos identitarios
que surgen dentro de sus territorios.
En otras regiones del mundo, como Asia,
África y América Latina, el quimerismo persiste
debido a las identidades que no han sido debida-
mente integradas. La relación entre las identidades
históricas y el nacionalismo moderno es especial-
mente evidente en lugares donde las estructuras es-
tatales fueron impuestas de manera violenta o arti-
ficial. La respuesta del Estado-Nación ante este
quimerismo ha sido, con frecuencia, la represión de
las alteridades internas. La "condición autárquica"
del Estado-Nación, que exige una unidad interna
homogénea, ha dificultado la aceptación de las di-
ferencias internas de manera productiva. Además,
la globalización y el transnacionalismo, impulsa-
dos por las necesidades del capitalismo, han exa-
cerbado las contradicciones internas de los Esta-
dos-Nación, debilitando su soberanía y profundi-
zando la crisis identitaria (Kenichi, 1997). Los Es-
tados-Nación que no resuelven sus problemas iden-
titarios se ven atrapados en una "crisis quimérica",
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en la que las identidades enfrentadas producen con-
flictos que amenazan la estabilidad del Estado.
Placebos: Diversidad, Multiculturalismo, e Hi-
bridación
Los nacionalismos, los patriotismos y las iden-
tidades nacionales son respuestas reactivas al qui-
merismo presente en el interior de los Estados-Na-
ción. Las banderas, los himnos, las gestas históri-
cas, el fútbol o los mapas, los relatos nacionales en
su conjunto, son intentos de ofrecer una narrativa
coherente ante las múltiples identidades que co-
existen dentro de un mismo territorio. Sin embargo,
estos relatos nacionales resultan ser insuficientes
para calmar las tensiones derivadas de las “nacio-
nalidades encerradas” que existen dentro del
cuerpo del Estado-Nación. Frente a este panorama,
han surgido otros relatos y teorías que intentan cu-
brir las grietas del Estado-Nación, proporcionando
cohesión a una estructura que, en muchos casos, se
ve amenazada por la diversidad interna. Desde la
posmodernidad, los estudios culturales han pro-
puesto conceptos como la hibridación cultural, el
multiculturalismo y la diversidad como formas de
abordar la coexistencia de identidades múltiples
dentro de un mismo espacio político.
Estos enfoques, como el mestizaje o el con-
cepto de "melting pot", nacieron con la intención
de comprender y gestionar la diversidad desde una
perspectiva de fusión de culturas. En este marco, se
proponía la idea de una unidad que emergía de la
mezcla de diversas culturas y etnias. Sin embargo,
aunque estas teorías ofrecieron algunas soluciones
interesantes al poner en primer plano las dinámicas
de convivencia intercultural, no han sido efectivas
para superar las tensiones inherentes al quimerismo
dentro del Estado-Nación. A lo largo del tiempo, se
mantuvo la imagen positiva de la fusión cultural,
siempre que no se desatara una crisis, pero los con-
flictos identitarios persisten, revelando la dificultad
de implementar verdaderamente un modelo inclu-
sivo.
La globalización, que en décadas pasadas pro-
metió una homogeneización totalizadora de las cul-
turas, es ahora un pilar incuestionable en el funcio-
namiento de las sociedades modernas. No obstante,
lo que parecía ser una expansión universal de la
modernidad ha dado paso a nuevas dinámicas. Se-
gún Byung-Chul Han (2017), la globalización ha
comenzado a "expulsar lo distinto", es decir, ha
comenzado a invisibilizar y reducir las voces de las
minorías a simples imágenes o consignas en las re-
des sociales, donde se pierden en un mar de ruidos
y reclamos históricos. La aceptación de la diversi-
dad en el contexto global se ha convertido en una
receta del Estado-Nación para lidiar con las tensio-
nes internas que surgen del quimerismo. Sin em-
bargo, estos esfuerzos por acoger la diversidad han
fracasado de manera sistemática, precisamente por-
que la diversidad no es reconocida en su compleji-
dad, sino que es cooptada y explotada por el sis-
tema capitalista.
La diversidad, al ser presentada como una
forma neoliberal que permite el consumo, se con-
vierte en un producto comercializable y despoliti-
zado. Como Han (2017) señala, se explota lo di-
verso para el beneficio del capital, convirtiéndola
en una categoría funcional para evitar que los sín-
tomas del quimerismo (las tensiones identitarias)
emerjan de forma disruptiva para el poder hegemó-
nico. Sin embargo, lo que esta "aceptación" super-
ficial de la diversidad no logra es resolver los con-
flictos más profundos. Los movimientos de resis-
tencia que emergen dentro de los Estados-Nación,
como los de las naciones indígenas defendiendo sus
territorios contra la explotación petrolera o las po-
blaciones africanas luchando contra las condicio-
nes infrahumanas, continúan produciendo tensio-
nes que reflejan los síntomas persistentes del qui-
merismo. Así, mientras que la diversidad se acepta
como una "normalización" superficial, las identida-
des minoritarias y sus luchas siguen siendo fuente
de conflictos y crisis.
En países como Estados Unidos o Canadá, el
multiculturalismo sigue vigente y, en muchos ca-
sos, se presenta como una solución a la pluralidad
interna. Sin embargo, incluso en estos contextos, el
multiculturalismo ha sido cuestionado debido a su
incapacidad para superar las desigualdades estruc-
turales que subyacen en las relaciones de poder en-
tre los grupos dominantes y las minorías. El filó-
sofo Michael Walzer (1983) propone que, aunque
el multiculturalismo puede ser una forma de tole-
rancia política, rara vez lleva a una integración ge-
nuina. En lugar de reconocer las identidades espe-
cíficas de las minorías, se corre el riesgo de reducir
estas identidades a una categoría homogénea que
no permite su plena expresión. En América Latina,
el multiculturalismo no ha logrado implementarse
debido a la compleja historia de mestizaje y la cer-
canía con identidades afrodescendientes e
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indígenas, lo que ha complicado la aceptación
plena de un modelo multicultural. Zapata (2019)
argumenta que el mestizaje, lejos de resolver los
conflictos identitarios, ha exacerbado las tensiones
dentro de los Estados-Nación latinoamericanos,
porque, en última instancia, la propuesta de una
"identidad latinoamericana" basada en la mezcla
cultural no ha sido capaz de superar las divisiones
históricas y las jerarquías coloniales.
En este contexto, la hibridación cultural se pre-
sentó como una vía para superar los sesgos colonia-
les, proponiendo una mezcla de lo indígena y lo eu-
ropeo como una oportunidad para integrar de forma
positiva las distintas culturas dentro de un solo
cuerpo. El trabajo de García Canclini (1990) des-
taca cómo la hibridación permitió una mezcla de
elementos culturales, gastronómicos, artísticos y
religiosos, favoreciendo la integración de los pue-
blos indígenas con los colonizadores. Sin embargo,
la crítica subyacente a este concepto de hibridación
es que, aunque promovía una imagen de integra-
ción, la mezcla nunca fue completamente equita-
tiva. Al final, el mestizaje no resolvió las desigual-
dades inherentes al sistema de Estados-Nación ca-
pitalista. Por el contrario, la hibridación cultural
terminó justificando las estructuras coloniales y sus
efectos globalizadores, neocoloniales y homoge-
neizadores, dado que el mestizaje, aunque inicial-
mente visto como una forma de integración, se im-
puso dentro de la misma lógica del sistema domi-
nante. El mestizaje, en última instancia, se con-
vierte en una manera de resolver los conflictos a
través de la "cohesión" superficial, sin atender las
tensiones estructurales más profundas.
Factores ambientales: Hipervisibilización y
transnacionalismo
Hoy en día, hablar de lo híbrido, multicultural
o diverso está lejos de ser neutral. Estos conceptos,
en lugar de abordar de manera efectiva los conflic-
tos identitarios internos del Estado-Nación, tienden
a ocultar las tensiones profundas que existen dentro
de él, propias del quimerismo. La hipervisibiliza-
ción de demandas sociales transnacionales, por
ejemplo, reduce la visibilidad de las luchas identi-
tarias locales y, en lugar de resolver el quimerismo,
amplifica su presencia al hacer que las voces histó-
ricamente marginadas queden desplazadas. Visibi-
lizar las demandas sociales no es lo mismo que hi-
pervisibilizarlas; mientras que la visibilidad puede
generar un debate legítimo, la hipervisibilización
distorsiona la realidad al ofrecer una representación
fragmentada e incompleta, que disfraza la verda-
dera naturaleza de los conflictos sociales (Hall,
2011).
La hipervisibilización se convierte en una he-
rramienta que no solo permite dar visibilidad a cier-
tas luchas, sino que también diluye la esencia de
estas demandas, desviando la atención de las cau-
sas profundas. Los reclamos sociales que dominan
las agendas mediáticas, como el feminismo, el
cambio climático y los derechos LGBTI, por ejem-
plo, son frecuentemente amplificados debido a su
impacto entre la juventud y su conexión con los
nuevos modelos capitalistas, que a su vez los hacen
más financiables y visibilizables en los mass me-
dia. Sin embargo, esta sobreexposición de temas no
siempre responde a un verdadero cambio estructu-
ral, sino a un proceso de "consumo" mediático que
se adapta a las dinámicas del capitalismo global.
Por otro lado, el transnacionalismo de estas
protestas y demandas sociales lleva a una visibili-
zación que se impone sobre las voces de aquellos
grupos que luchan por sus derechos dentro de los
marcos del Estado-Nación. Estas luchas, que están
intrínsecamente ligadas a las identidades naciona-
les y las estructuras históricas de dominación, tien-
den a ser desvirtuadas o ignoradas. Las comunida-
des afrodescendientes, indígenas o campesinas que
luchan por el reconocimiento de sus derechos terri-
toriales y culturales en países como Ecuador o Mé-
xico, por ejemplo, son frecuentemente opacadas
por las demandas más visibles en el ámbito global.
Las redes sociales y los mass media juegan un pa-
pel fundamental en este proceso, al magnificar de-
mandas que se ajustan a las lógicas neoliberales y
globalizantes, mientras que las luchas locales que-
dan relegadas a un segundo plano. Así, el "quime-
rismo" de estos pueblos, sus identidades históricas
y sus luchas por la autodeterminación, se ven des-
plazados en la narrativa global.
Este fenómeno es visible en la forma en que
los movimientos sociales en línea y en los medios
de comunicación se han convertido en una capa de
sedimentos que ocultan las luchas históricas más
profundas, como las que realizan las comunidades
indígenas para proteger sus recursos naturales de la
minería y otras formas de explotación capitalista.
Estos movimientos indígenas, por ejemplo, son
completamente despojos del poder estatal, mientras
que las demandas "más modernas" son
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amplificadas y tratadas como parte del proceso de
"legitimación" dentro del sistema global (Wade,
1993). De esta forma, la hipervisibilización no solo
distrae la atención de las identidades locales, sino
que convierte las luchas en temas secundarios den-
tro de un sistema que se beneficia de esta descone-
xión.
En este contexto, es importante reconocer
cómo la lógica del capitalismo global ha empleado
una “terapia de blanqueamiento” como estrategia
para lidiar con las tensiones que surgen de las alte-
ridades. La teoría del blanqueamiento racial, un
concepto que ha sido desarrollado durante casi tres
décadas, sugiere que las estructuras del poder capi-
talista no solo buscan integrar las culturas diversas,
sino que las absorben y las diluyen en una "blan-
cura" homogénea que es funcional al sistema
(Wade, 1993). Este blanqueamiento implica un
proceso de asimilación en el que las culturas indí-
genas, afrodescendientes y otras comunidades no
solo son subordinadas, sino que son gradualmente
transformadas para cumplir con el modelo hegemó-
nico del hombre blanco europeo o estadounidense.
En este sentido, la figura del "blanco universal" se
impone como el modelo de comportamiento global
que el capitalismo promueve.
El filósofo Bolívar Echeverría (2011) señala
que este proceso no solo responde a una lógica ra-
cial, sino también a una lógica capitalista, donde las
identidades “diferentes” son ajustadas al sistema
mediante un proceso de homogenización que favo-
rece la inversión y la explotación a corto plazo. Así,
el sistema capitalista no solo se beneficia de la ex-
plotación económica de estas comunidades, sino
que también se asegura de que su cultura y su iden-
tidad sean transformadas en algo que no amenace
el statu quo. Los Estados-Nación, ante la necesidad
de integrar las demandas de estos pueblos, se ven
obligados a negociar o someterse, siguiendo las ló-
gicas impuestas por el sistema capitalista.
En última instancia, el poder homogeneizador
del capitalismo ha logrado reestructurar la identi-
dad nacional de los Estados-Nación para que se
ajuste a un patrón global que favorezca la cohesión
del sistema. La definición de "blancura" como es-
tándar de humanidad y modernidad se convierte en
un sello de obediencia al "espíritu del capitalismo",
una señal que valida la integración al sistema glo-
bal y subyuga las identidades históricas. Echeverría
(2007) argumenta que este proceso es inevitable en
la medida en que los Estados-Nación capitalistas se
ven obligados a reestructurar y redefinir sus identi-
dades nacionales para asegurar su permanencia
dentro del orden global capitalista, donde la "blan-
cura" se presenta como el modelo de civilización y
progreso.
CONCLUSIONES
El quimerismo identitario que atraviesa a los
Estados-Nación no es una anomalía que pueda ser
corregida mediante reformas superficiales, sino
una condición estructural profundamente anclada
en su configuración histórica. Como se ha argu-
mentado a lo largo de este ensayo, los Estados-Na-
ción son organismos compuestos por múltiples có-
digos culturales, narrativas históricas y subjetivida-
des que rara vez logran integrarse de forma armó-
nica. Este desajuste genera una apariencia de uni-
dad que, en realidad, encubre una tensión cons-
tante: la coexistencia conflictiva de lo diverso bajo
la promesa de homogeneidad.
Esta lógica de encubrimiento puede ser con-
trastada con el concepto marxista de fetichismo de
la mercancía (Marx, 2008). Así como en el capita-
lismo las relaciones sociales entre personas se pre-
sentan como relaciones entre cosas, ocultando la
explotación detrás de la apariencia del intercambio
libre, en el Estado-Nación, la pluralidad identitaria
se oculta bajo el artificio de una identidad nacional
supuestamente única y estable. Ambos conceptos
operan como mecanismos ideológicos de oculta-
miento: el fetichismo, en lo económico; el quime-
rismo, en lo político-cultural.
Esta analogía no es gratuita. El propio Marx
recurrió a metáforas religiosas y antropológicas,
como las del fetiche en Charles de Brosses (2007),
para explicar cómo las estructuras de poder adquie-
ren formas naturalizadas que encubren su origen
social e histórico. De igual forma, el quimerismo
del Estado-Nación es una construcción histórica
que ha sido naturalizada bajo el discurso de la uni-
dad nacional, ocultando la violencia simbólica que
implica la negación de las identidades no hegemó-
nicas.
Reconocer este paralelismo permite una lec-
tura más profunda de la crisis actual de los Estados-
Nación: no se trata simplemente de una crisis de re-
presentación o de gobernabilidad, sino de una crisis
de sentido, en la que los símbolos de cohesión ya
no logran encubrir las fracturas internas. En lugar
de persistir en la ilusión de una curación total, este
ensayo propone una terapia política que abrace el
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carácter múltiple y contradictorio de la vida social.
Tal como el fetichismo solo puede ser superado
mediante una crítica radical de la economía polí-
tica, el quimerismo solo podrá ser enfrentado desde
una transformación estructural de los marcos insti-
tucionales y simbólicos del Estado.
Los Estados-Nación no deben aspirar a elimi-
nar su quimerismo, sino a desactivar su dimensión
fetichista: aquella que oculta el conflicto bajo el
velo de una falsa unidad. Aceptar la diferencia, ins-
titucionalizar el disenso y reinventar los modos de
convivencia son pasos necesarios para que el
cuerpo político no se degrade, sino que evolucione
hacia formas más democráticas, abiertas y pluralis-
tas de articulación social.
A largo plazo, la supervivencia de los Estados-
Nación depende de su capacidad para aceptar y re-
signar parte de su funcionamiento basado en las es-
tructuras de la modernidad capitalista. Este proceso
de "autoaceptación" implica una transformación ra-
dical en su concepción del orden social y político.
Los conflictos derivados del quimerismo disminui-
rán si los códigos identitarios de las diversas nacio-
nes dentro del Estado-Nación son reconocidos y
respetados. Esta terapia identitaria solo será efec-
tiva si el contexto externo e interno del Estado-Na-
ción, determinado por el sistema capitalista, es fa-
vorable y relativamente pacífico. En un escenario
más hostil, los Estados-Nación podrían recurrir a
métodos más violentos para "sanar" el quimerismo
como la exclusión de grupos o la imposición de una
cultura dominante para desactivar las identidades
conflictivas. Este enfoque, que a menudo se emplea
en el contexto de la homogenización forzada, rara
vez resuelve los problemas de fondo y, en muchos
casos, perpetúa las tensiones que se buscan erradi-
car.
El tratamiento implica la intervención directa
en los códigos identitarios, eliminando progresiva-
mente aquellos que se consideran una amenaza
para la estabilidad del Estado. Sin embargo, como
hemos observado en diversos contextos históricos,
este proceso suele ser largo, doloroso y a menudo
ineficaz. En lugar de sanar las heridas del quime-
rismo, se agravan, ya que el intento de erradicar las
diferencias puede desembocar en nuevas formas de
violencia estructural y cultural. Es importante seña-
lar que el quimerismo del Estado-Nación no solo es
una cuestión interna, sino que está influenciado por
el contexto global en el que se inserta. En este sen-
tido, los Estados-Nación, al ser parte de un sistema
capitalista global, enfrentan la presión constante de
reducir la diversidad interna a través de procesos de
homogeneización cultural que responden a las ló-
gicas del mercado global.
A medida que la globalización y el capitalismo
neoliberal continúan moldeando el orden mundial,
los Estados-Nación se ven obligados a adaptarse a
una nueva forma de "diversidad", que, aunque pa-
rece más inclusiva, en realidad está diseñada para
ser funcional a las dinámicas de consumo global.
En este escenario, se da una aceptación superficial
de la diversidad, que en realidad oculta un proceso
de homogenización. La aceptación de la diversidad
se convierte en un método de "homogeneización
disfrazada", en la que las diferencias son absorbi-
das por un sistema capitalista que las explota como
una mercancía más. Esta "diversidad" permite al
sistema capitalista continuar su expansión sin en-
frentar las contradicciones que genera el quime-
rismo dentro de los Estados-Nación. Así, los movi-
mientos sociales que promueven la diversidad cul-
tural o los derechos humanos pueden ser instru-
mentalizados dentro de una agenda global que fa-
vorece el consumo y la integración de todos los
pueblos en un solo cuerpo de producción y con-
sumo.
Finalmente, la globalización posmoderna y la
tecnología de la comunicación han permitido que
las demandas sociales sean amplificadas en una di-
mensión transnacional. Sin embargo, esta visibili-
dad no siempre conduce a un cambio real en las es-
tructuras de poder. La presión por la homogeneiza-
ción cultural y la expansión del mercado global
pone a los Estados-Nación ante una disyuntiva: o
aceptan la diversidad interna de manera genuina,
reconociendo y respetando las múltiples identida-
des que componen su territorio, o sucumben a la
presión de una "blancura" homogénea que borra las
diferencias a través de la ingeniería genética cultu-
ral. En este proceso, el Estado-Nación se trans-
forma en un ser afín al sistema de consumo globa-
lizador, lo que implica la desaparición de aquellos
códigos identitarios que históricamente han resis-
tido la asimilación. Así, el futuro de los Estados-
Nación dependerá de su capacidad para manejar el
quimerismo de manera que permita su convivencia
con la diversidad, sin sucumbir a la tentación de la
homogeneización forzada.
ISSN 2806-5638
South American Research Journal, 5(1), 5-12
https://www.sa-rj.net/index.php/sarj/article/view/68
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